Thursday, August 10, 2017

Compartiendo mis lecturas 4: ¿Cómo reaccionar ante lo que nos hace perder la paz?

El miedo es el mayor enemigo de la paz.
Tenemos miedo de no conseguir lo que deseamos, o lo que pensamos nos hace falta; o por el contrario tenemos temor de perder lo que ya hemos conseguido. Esto se aplica a todos los aspectos de nuestra vida.

¿Qué nos permitirá permanecer siempre en paz? Parecería tarea imposible. Después de todo
"El hombre nunca está seguro de obtener lo que desea, todo lo que tiene entre sus manos puede desaparecer de un momento a otro; no cuenta con garantía alguna en la que pueda apoyarse plenamente."
Nuestro instinto es planear, prevenir, etc. El padre Philippe asegura que,
"Se puede decir que el medio más seguro de perder la paz es precisamente tratar de asegurar la propia vida con la única ayuda de medios humanos, de proyectos y decisiones personales o apoyándose en otro." 
 De acuerdo a él sólo hay una solución:
"Para mantener la paz en medio de los avatares de la existencia humana, no tenemos más que una solución: apoyarnos únicamente en Dios con una confianza plena en El, como ese 'Padre del cielo que sabe que necesitáis todas esas cosas' (Mt 6, 32)."
El cita uno de mis pasajes favoritos, el de los lirios del campo (Mt 6, 24-34). Cuando lei este pasaje esta vez lo que llamó mi atención fue " en todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?" ¡La inutilidad de la preocupación!

Claro que no hay que mal interpretar. Jesus no nos dice "no trabajes",  "no planees", "no ahorres", no hagas listas", "no te eduques", "no pienses en el futuro". El tan solo nos dice que no nos estresemos, que no nos preocupemos o angustiemos.
"¡Cuántos disgustos y tormentos inútiles se ahorrarían si quisieran tomar en serio estas palabras (las de Mt 6, 24-34) que son palabras de Dios, y palabras de amor, de consuelo y de una ternura extraordinaria! "
En otras palabras cuánta ansiedad evitaríamos si le creemos a Dios.

Nuestro gran problema entonces es que no tenemos confianza en Dios.
"Esa es la gran victoria del Padre de la Mentira, del Acusador:¡conseguir poner en el corazón de un hijo de Dios la desconfianza hacia su Padre!"
Esa desconfianza es uno de los efectos del pecado original y la vida espiritual es ese proceso largo de recuperar " por la gracia del Espíritu Santo, esa confianza perdida que nos hace decir de nuevo a Dios:¡Abba, Padre!"
En ese proceso encontramos dos obstáculos:
1) Dificultad en creer en la providencia de Dios
"Mientras no hayamos experimentado concretamente ese fidelidad de la Divina Providencia para proveer nuestras necesidades esenciales, nos cuesta creer y abandonarnos a ella."
"Sólo experimentaremos el apoyo de Dios si le dejamos el espacio necesario para que pueda manifestarse... [porque] 'Dios nos da en la medida en que esperamos de El'.
"...el problema es que " muchos no creen en la Providencia porque nunca la han experimentado, pero no la han experimentado porque nunca han dado el salto al vacío, el salto de la fe, y  no le dejan la posibilidad de intervenir."
¿Está Dios en contra de la previsión, de la planeación? ¡No! Pero
"hay una enorme diferencia entre la actitud del corazón del que-por temor a verse desprevenido, y no creyendo la intervención divina a favor de los que cuentan con ella-programa anticipadamente hasta los menores detalles y solo actúa dentro de la medida exacta de su capacidad actual, y la del que, ciertamente, hace todo lo que es legítimo, pero se abandona confiadamente en Dios para emprender todo lo que pide y que supera sus posibilidades.¡Y lo que Dios nos pide está siempre por encima de nuestras posibilidades naturales!" 
2) El temor al sufrimiento

El sufrimiento es parte de nuestra vida. No sabemos a ciencia cierta porque Dios lo permite. Lo que si sabemos es que la fortaleza del cristiano radica en saber, como dice Santa Teresa de Lisieux, que
"Dios no permite sufrimientos inútiles"
Debemos estar completamente convencidos de que
"... tanto en el ámbito de nuestra historia personal como en el de la historia del mundo, Dios es lo bastante bueno y poderoso como para utilizar a favor nuestro todo el mal, cualquiera que sea, y todo el sufrimiento, por absurdo e inútil que parezca. No podemos  tener una certeza matemática o filosófica de esto: sólo puede ser un acto de fe, pero es precisamente un acto de fe el que nos invita a proclamar la Resurrección de Jesús, entendida y asumida como la victoria definitiva de Dios sobre el mal."
Nunca entenderemos porque el mal esta presente en el mundo, por qué hay sufrimientos para los malos y para los buenos. Pero si lo entendiéramos todo no habría necesidad de confianza.
Así que nuestra arma para enfrentar el sufrimiento es la "confianza filial en Dios, en su Amor y en su Sabiduría."

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